viernes, 23 de noviembre de 2007

RECETA DE AMOR

RECETA DE AMOR

Elisa Llorca Arévalo



En la hornilla un fogón encendido y encima una sartén. Al lado Pablo y Ana que se encienden también.
La cocina se ha impregnado del aroma a cebolla frita en abundante aceite. Ellos callan y huelen… se callan y se huelen. Sonrisa cómplice, se insinúan, la cebolla está transparente y es hora de echar la harina. Ella esparce cuidadosamente alguna cu-charada encima del refrito mientras él da vueltas, mezclando ele-mentos, homogeneizándolos para que todos sean uno, para que ellos dejen de ser dos; harina, vueltas, miradas, roces… “dame un beso”. Deslizan la madera de un lado a otro, recorren juntos la sartén entera.
Se reducen las pompitas, desapareció el aceite, “dame la le-che”, “toma mi caldo”.
Ana estira el brazo hasta alcanzar la leche y se la pasa a Pa-blo que la derrama en pequeños espacios que ella le dicta en si-lencio mientras recupera la cuchara de palo y vuelve a mezclar los ingredientes dibujando círculos en el teflón… hasta convertir-los en una masa.
El pecho de Pablo es la espalda de Ana y la encierra en sus brazos. Remueven la masa, está densa, espesa, acercan la jarra y añaden más leche, “no, no, más caldo, un poco más”, mueven y remueven, se mueven y se revuelven. Se giran, se vuelven, “va-mos a poner la carne”, se besan sus carnes.
Pompitas de humo siguen penetrando la masa y soplan hacia arriba, hay que echar más harina, sólo un poquito más y ya estará. Pero él ya empieza a desvestirla, la masa persigue a la cuchara, esto ya está… ellos ya estaban.
Ana apaga el fuego, no su fuego, y su lengua limpia la cu-chara, la de Pablo también; chupan, se chupan, se besan, se reco-rren con sus lenguas. El fuego está bien encendido. Manos en pecho y espalda. Las ropas al suelo… los cacharros de la mesa también, “¿vamos a esperar a que la masa se enfríe?”, se aman y ríen y la mesa queman y la silla y el suelo de madera… se que-man, arden y suspiran…

La masa lleva rato fría pero la casa sigue caliente, cristales y espejos empañados.
Pan rayado en un plato, un huevo batido en el otro y cucha-ras que roban de la sartén pasa al huevo y del huevo al pan… y las revuelcan, se revuelcan, una cadena.
Sus dedos le quitan a la sartén, sus bocas a sus dedos. Se hacen, se lían, se enrollan como croquetas.

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