miércoles, 28 de noviembre de 2007

LOS AUTORES

Señora lectora, señor lector: antes de que compre este libro de relatos queremos advertirle algo. Ninguno de los autores que aquí aparece ha ganado un concurso literario. Los cuentos que componen esta antología nunca han sido premiados. Los escritores jamás fueron entrevistados por una de esas revistas especializadas. No es un libro de acción, ni de misterio, ni de códigos secretos, ni siquiera se trata de un libro de autoayuda…

Este libro esta compuesto, simplemente, de relatos. Relatos en estado puro, mordaces, ácidos, tristes o llenos de encanto. Relatos creados por autores jóvenes que se atreven a dar su particular versión del mundo en este presente plagado de más de lo mismo. Y que alcanza una calidad sencillamente sorprendente.

Son historias cargadas de ironía que nos saben a vino rancio. O que nos asesinan de un certero hachazo en la nuca. O que nos acarician tiernamente como la brisa en primavera… Historias capaces de matarnos y devolvernos a la vida en cuestión de minutos.

Señora lectora, señor lector: si lo que buscaba era uno de esos libros cuya portada lleva una banda roja de papel con alguna crítica del tipo “El mejor libro del año”, por favor, no compre Sobras completas. Seguramente hallará algo de su agrado en las demás estantes de esta librería.

SOBRAS COMPLETAS (Relatos)

¿Qué se puede esperar de un grupo de autores noveles que se atreve a publicar por primera vez? En cualquier otro caso, quién sabe. En éste, muchísimo. Esta Antología tiene la particularidad de la heterogeneidad: veinticuatro escritores de diferentes estilos y provenientes de las más variopintas ocupaciones consiguen que el lector pase, en pocas páginas, por todos los estados de ánimo posibles. Sobras Completas presenta cerca de treinta cuentos. La ensoñación, el desparpajo, la rebeldía, la aventura, la seducción y la ironía, conforman su presencia a través de las historias que se desencadenan en espacios reducidos, casi siempre urbanos. En éstas se observan corrientes garciamarqueanas, kafkianas, chejovianas, carverianas, cortazarianas y de otros grandes creadores. Pero, tras la lectura veloz de metro, se advierte una feliz conjunción. La riqueza estriba en la diferencia, y el resultado de esa fusión es esta antología de relatos breves que sorprende por su eficacia y su calidad literaria.

viernes, 23 de noviembre de 2007

RECETA DE AMOR

RECETA DE AMOR

Elisa Llorca Arévalo



En la hornilla un fogón encendido y encima una sartén. Al lado Pablo y Ana que se encienden también.
La cocina se ha impregnado del aroma a cebolla frita en abundante aceite. Ellos callan y huelen… se callan y se huelen. Sonrisa cómplice, se insinúan, la cebolla está transparente y es hora de echar la harina. Ella esparce cuidadosamente alguna cu-charada encima del refrito mientras él da vueltas, mezclando ele-mentos, homogeneizándolos para que todos sean uno, para que ellos dejen de ser dos; harina, vueltas, miradas, roces… “dame un beso”. Deslizan la madera de un lado a otro, recorren juntos la sartén entera.
Se reducen las pompitas, desapareció el aceite, “dame la le-che”, “toma mi caldo”.
Ana estira el brazo hasta alcanzar la leche y se la pasa a Pa-blo que la derrama en pequeños espacios que ella le dicta en si-lencio mientras recupera la cuchara de palo y vuelve a mezclar los ingredientes dibujando círculos en el teflón… hasta convertir-los en una masa.
El pecho de Pablo es la espalda de Ana y la encierra en sus brazos. Remueven la masa, está densa, espesa, acercan la jarra y añaden más leche, “no, no, más caldo, un poco más”, mueven y remueven, se mueven y se revuelven. Se giran, se vuelven, “va-mos a poner la carne”, se besan sus carnes.
Pompitas de humo siguen penetrando la masa y soplan hacia arriba, hay que echar más harina, sólo un poquito más y ya estará. Pero él ya empieza a desvestirla, la masa persigue a la cuchara, esto ya está… ellos ya estaban.
Ana apaga el fuego, no su fuego, y su lengua limpia la cu-chara, la de Pablo también; chupan, se chupan, se besan, se reco-rren con sus lenguas. El fuego está bien encendido. Manos en pecho y espalda. Las ropas al suelo… los cacharros de la mesa también, “¿vamos a esperar a que la masa se enfríe?”, se aman y ríen y la mesa queman y la silla y el suelo de madera… se que-man, arden y suspiran…

La masa lleva rato fría pero la casa sigue caliente, cristales y espejos empañados.
Pan rayado en un plato, un huevo batido en el otro y cucha-ras que roban de la sartén pasa al huevo y del huevo al pan… y las revuelcan, se revuelcan, una cadena.
Sus dedos le quitan a la sartén, sus bocas a sus dedos. Se hacen, se lían, se enrollan como croquetas.